jueves, 8 de marzo de 2012

Concurso.

Bueno, en mi instituto hay un concurso de relatos breves, no más de 1.000 palabras, aquí os lo dejo por si lo queréis leer. Un beso!



Está lloviendo. Era un día triste, se notaba que estábamos en invierno, y mi madre para variar no mejoraba las cosas.  Yendo de camino a casa, dejó caer que me iba de viaje de estudios a Alemania durante una temporada. No discutimos sobre el tema, ya que yo misma le había propuesto la idea hace un par de meses, sabía que en realidad sería buena idea. Lo único que me reconfortaba era saber que no me iría sin antes, haberme ido de acampada.                                                                               
                                                     -Dos semanas más tarde-
Por fin había llegado la deseada acampada, que llevábamos planeando desde antes de vacaciones de Navidad. Una vez todo dispuesto y preparado salimos hacía el campo donde pasaríamos todo el fin de semana. Al llegar, empezamos con las cosas donde mi madre ayudó bastante. Mientras mi madre, yo y mis amigas montábamos la tienda, los otros iban a recoger leña para el fuego, así terminaríamos antes. Mi madre se fue rápido. Cenamos y empezamos con la rutina, encender el fuego, hablar sacar fotos… salvo que esta vez, fue diferente. Roberto, como era previsible, dijo de jugar a la botella y por supuesto, fue la mejor idea de la noche. Mientras Marisol vomitaba, yo me enfadaba, reía y lloraba (sí, todo a la vez) y el resto jugaban, pasó la noche. A la mañana siguiente, me desperté en el sofá de la caravana. Al verme allí tumbada no pude evitar tener un vago recuerdo de lo que había pasado anoche había sido la acampada más patética que había vivido, eso no ayudo demasiado para intentar reconfortarme después de enterarme de que me alejaría de todo esto durante un tiempo. Llamé a mamá con sueño, para viniera a recogerme. No tardó mucho. Subí junto a Paula y Marisol y nos fuimos, sin despedirnos de nadie. Llegando ha la ciudad, en una pequeña rotonda había un chico guapísimo sacándose una camiseta blanca básica. Era un chico alto, moreno, pelo rizado, muy rizado, unos ojos verdes penetrantes y una preciosa y pícara sonrisa. Delante suya, tenía un mini cooper azul cielo, con otros cuatro chicos realmente guapos en su interior. Mientras yo me deleitaba con esas vistas, mis amigas iban cantando al son de la radio. Pero yo, estaba totalmente distraída con aquel chico, me daban ganas de conocerlo, de saber quien era. Unos 25 minutos más tarde, habíamos dejado a Paula y a Marisol en su casa, me había duchado, vestido y acostado. Había sido un día muy largo, quería descansar. Además mañana, era lunes y debía ir al instituto. Las dos semanas que quedaban para irme se me hicieron muy cortas aunque había tenido muchos exámenes. Por fin llegó el día de irme a mi ansiosamente deseado viaje de estudios a Alemania. Era domingo, el día que cogia el vuelo y ya llegábamos tarde, como siempre.
-¡Mamá! ¡Llegamos tarde! Voy bajando ya, oye… ¿has visto a papá? ¿He puesto el cargador del móvil en la maleta? ¿Sabe Margarita a que hora llego? Oh dios… ¿Y si pasa algo? ¿Y si nos estrellamos? ¿Y si cancelan el vuelo? ¿Si se retrasa?
+ ¡Giovanna relájate! Papá esta de camino al aeropuerto, si lo has puesto en la maleta, sí, sí que sabe a que hora llegas y si se retrasa la avisaré. ¡¿Como va a pasar algo?! No te preocupes de nada, solo piensa en lo bien que te lo vas a pasar y en que es una buena experiencia para ti. Relájate y baja al coche, Valeria ya esta abajo, ¡ah! Llévate una de las maletas al coche y métela en el maletero.
En cierto modo mi madre tenía razón, tenía que relajarme. Cada vez que viajaba me pasaba lo mismo, me ponía tan nerviosa que me asustaba, pero al final todo salía bien. Mi madre no tardo en bajar con la última maleta y partimos hacia el aeropuerto. Allí vi a mi padre, feliz por mí pero triste porque no me vería en un par de meses. Me presentaron a mi acompañante de vuelo (Ya que soy menor). Tatiana, así se llamaba. Nos fuimos pronto, para llegar antes  y no tener que hacer cola, pero yo no debía hacerlo. Con que le enseñara a todo el mundo mi credencial, me dejaban pasar. Yo no tenía que hacer colas, siempre entraba la primera a todos los sitios. Hasta que por el micrófono se escucho: Tin, tin, tin “Señores pasajeros del vuelo AB2595 diríjanse a la puerta de embarque A29 en la parte noreste”
                        -Dos horas y veinte minutos más tarde-
Acabamos de aterrizar, tenía esa sensación de cosquillas en el estomago que siempre siento cuando viajo. Tuve que bajar la última junto a Tatiana. Salimos, me compré un par de libros, discos, ropa y recuerdos de las típicas tiendas de aeropuerto. Salimos, me acompañó hasta donde estaban Margarita y Araceli esperándome. Fui con ellas. Nos abrazamos, hace tanto tiempo que no nos veíamos… éramos amigas del alma desde que nacimos. Hacía mucho frío y estaba nevando. Al llegar a casa cenamos, me duché y nos fuimos a dormir, había sido un día muy largo y mañana me esperaba otro igual.
 Las primeras semanas fueron muy duras pero poco a poco tenía una rutina junto a Araceli y mi nueva amiga Alexis. Íbamos al instituto,  flamenco por las tardes, hacíamos los deberes, y nos  íbamos a ver una peli, a tomar chocolate caliente o a patinar sobre hielo y jugar con la nieve. Nos habíamos echo bastante intimas, pasábamos los día juntas, mañana y tardes y alguna que otra noche. Los meses se pasaron volando, le había escrito un par de veces a mi familia y amigas, pero mis amigas jamás me respondieron. Supongo que aun  estarían resignadas por irme sin avisar. Pero en Alemania todo era maravilloso, no quería irme, pero debía hacerlo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario