martes, 18 de junio de 2013

Capítulo 60.


¿Porqué? ¿Porqué a mí? ¿Porqué después de una noche maravillosa? ¿Porqué antes de irme a vivr con Jacob? Miles de preguntas me rondaban la cabeza, y para ninguna de ellas tenía respuesta, salvo para una en concreto. Aún sentía algo por él. Por muy débil que fuera ese sentimiento, lo que sentí en el pasado fue muy fuerte, y el corazón no olvida un recuerdo así en tan sólo tres años.
Jacob seguía de pie, delante mía, pero yo solo podía ver a Harry, lejos. Yo aún estaba en estado de shock cuando Jacob apretó sus labios contra los míos, aquello, él, sus besos, me hicieron volver a mi noche maravillosa. 
+ Jacob: Sea quién sea ese chaval, dejalo estar. Estás conmigo, vas a conocer a la mujer que va hacer posible irnos a vivir juntos, y como si no tuviera suficiente suerte, mi novia es la mejor bailarina de todo el país.
Sonreí por sus comentarios, cogiéndole la mano para agradecérselo, y apretándosela para indicarnos que nos marcharamos. El cogió la indirecta, e hizo lo que yo más necesitaba, darle la espalda a mi pasado. 
Necesitaba aire fresco, salir a la calle y ver las luces de Londres, necesitaba estar sola un par de horas, pero no era el momento. Coloqué una de las sonrisas que solo un artista sabe fingir, y salimos. Los hermanos nos esperaban, charlando con Elisabeth, la que me recibió con los brazos abiertos. Me abrazó, cariñosamente, y me dió un ramito de rosas. 
+ Elisabeth: Has estado estupenda. Lo mejor de toda la noche
- Giovanna: Ojalá todo el mundo pensara igual que tu
+ Nathalie: Muchos ya lo hacen
Me sentí agradecida por todo el apoyo, y recordé por qué había regresado. Londres siempre será una ciudad especial, o por lo menos lo siempre lo será para mí. 
Elisabeth nos iba comentando lo que le había parecido el espectáculo, y como lo habíamos hecho, sin quitarle protagonismo a su "nieto-sobrino", el mejor de los directores de efectos especiales. Fuimos a un restaurante muy conocido, ya que tenía un horario bastante flexible. Entramos y había un metre esperandonos, para guiarnos a nuestra mesa. Nos sentamos y nos trajeron la carta en un pestañeo. Todos estábamos bastante hambriemtos, con lo que no le dimos mucha vuelta sobre que pedir. En cuanto pedimos, nos trajeron vino, y seguimos charlando. La cena no tardó en llegar, y tardó menos en ser comida. En menos de cuarenta minutos, ya habíamos terminado de comer, no sin antes hacer un brindis. 'Por más noches como esta' dijo Viktor alzando la copa de vino. 
Una vez en casa, me duché y me acosté. Estaba más que cansada. Jacob no tardó en acostarse, y en menos de cinco minutos, se había dormido. Nosotros éramos los que más habíamos tardado en irse a dormir, con lo que la casa estaba en completo silencio, y no había ninguna luz encendida. Aunque lo que más deseaba en ese momento era dormirme, ya que mi cuerpo lo pedía, mi mente no le daba el gusto. Le seguía dando vueltas a la aparición de Harry. A los sentimientos despertados al verle, y lo más importante, la sensación, de volver a verle, de volver a estar a su lado, y esas irresistibles ganas de enlazar mis manos por su cuello, pero el recuerdo del dolor, y de la soledad, eran los más fuertes, permitiendome no pasarme de la raya. En ninguno de los dos casos. Un sentimiento contrarestaba el otro. No podía soportarlo más, necesitaba hablar con alguien, pero no con cualquier alguien, si no con alguien que me entendriera, que supiera como me siento, que pudiera darme el otro punto de vista, la otra historia contada, ya que la mía no lo había sido. Y sabía perfectamente quien era esa persona. 

Eran las tres de la mañana, y yo lo sabía, pero aún así no dudé un segundo en tocar al timbre. Oí como alguien se acercaba a la puerta y la abría. Se quedó quieto cuando me vió, pero no dudó en sonreirme.
- Giovanna: Liam, siento despertarte a esta hora, necesitaba verte.
Abrí un poco más la puerta y pasé como si se tratara de mi propia casa, se ve que no le molestó, ya que no me dijo nada, porque es lo que solía hacer tres años atrás. Me encaminé hacia la vitrina, donde se encontraban los vasos y las bebidas alcoholicas. Cogí un vaso, el ron, y me serví. Me senté en el sofá y Liam no tardó en sentarse a mi lado. 
- Giovanna: Perdón. 
+ Liam: ¿Porqué?
- Giovanna: Principalmente por despertarte a las tres de la mañana, entrar como si fuera mi casa, beberme tu ron y sobre todo, por irme. 
+ Liam: No tienes que disculparte por nada. Pero quizá pordrías haber venido por la mañana...
- Giovanna: En serio, siento haberte despertado, pero necesitaba hablar con alguien, y tu fuiste la primera persona que se me vino a la cabeza. Necesito hablar con alguien.
+ Liam: ¿Sobre qué?
Le pegué un buen trago al Ron, cuando este pasó por mi garganta me quemó, pero era reconfortante. Le miré directamente y lo solté.
- Giovanna: Sobre ... -Dudaba que el pudiera ayudarme, pero debía preguntarle a alguien, y si Liam fue el primer nombre que se me ocurrió, debía ser por algo- Harry. 
+ Liam: No sé porqué tenía la sensación de que en algún momento tendría que tener esta charla con alguno de los dos. Nunca pensé que sería a las tres de la mañana
- Giovanna: ¿No has hablado con Harry sobre esto? El te lo contaba todo.
+ Liam: Exacto. Contaba, pasado. - Sus ojos miraron los míos, y al ver curiosidad e incredulidad en ellos, siguó hablando- ¿No lo sabes, no es verdad? -Negé con la cabeza- Harry, casi... deja la banda. Cuando tu te marchaste, al principio no se veía afectado, pero cuando de verdad se dió cuenta de que tu ya no estabas, se pasaba. Se pasaba mucho en todo. Se iba todos los días de fiesta, y cada dos por tres estaba borracho, se acostaba con diferentes mujeres todas las noches, y era a nosotros a quién les tocaba despacharlas. Gracias a ti, se canceló un tour por el país. 
- Giovanna: Así que fui yo la que rompió miles de esperanzas de veros en directo. Muchas gracias por tu apoyo Liam. 
+ Liam: Gi. Vamos a ser sinceros. Tu estás aquí por que necesitas saber la verdad, y es la que te estoy contando. Necesitas ver la realidad de las cosas, no marcharte como lo hiciste.
- Giovanna: Ya sé que no debería haberme ido, pero en ese momento me pareció la mejor opción. 
+ Liam: Y la fue. No te voy a decir que estuvimos mejor sin ti, porqué no es verdad. Las primeras semanas fueron difíciles, pero gracias a eso las cosas mejoraron, o por lo menos, volvieron a estar como antes.
- Giovanna: Antes eras un poco más delicado.
+ Liam: Antes las cosas eran distintas. 
- Giovanna: Liam, me haces sentir mal, fatal. Lo siento, y de verdad que no sabes cuanto, nunca quise hacerle daño a nadie, ni siquiera a él, pero él me lo estaba haciendo a mi, sin darse cuenta de que me rompía por dentro, y nadie se daba cuenta de nada, no podía estar así durante más tiempo, no despúes de tres años. He venido aquí a que me cuentes la verdad, y me da igual como sea, no quiero que me la pintes de rosa, porqué sé que la vida puede ser jodida, quiero, necesito que seas completamente sincero. 
+ Liam: Si me lo pides, lo seré.
- Giovanna: Bien, empieza.
El tiempo pasaba y ninguno de los dos se daba cuenta, hablábamos, hablábamos y seguíamos hablando. Me contó como Harry se dió cuenta de mi ida, y como se la tomó. Cual fue su causa, y cuales sus consecuencias. Como se recupero, y como siguió adelante. Como todo el mundo siguió adelante sin mí. Para no mentir, me dolió que nadie se preocupara por mí, que nadie me buscara, pero todos sabíamos que lo mejor era dejarlo estar. Me llegó el turno, y le conté la historia. Como me había sentido durante tres años, como había estado esperando por él, como le mentía a todo el mundo, como solo me veía por interés.
- Giovanna: ¿Sabes que cuando nos íbamos de fiesta, siempre terminabamos acostandonos? Para eso era para lo que me usaba. Era su 'sexo seguro'
Le seguí contando cosas, y con cada cosa, se sorprendía durante un segundo, y con cada cosa, entendía más mi ida. Ni siquiera me bebí el ron que quedaba en el vaso, ya que en realidad, nunca me gustó beber. Las cosas de las que hablabamos, cada vez estaban más lejos de la razón principal de mi visita, pero en cierto modo, eso me alegraba, eso me insinuaba que ya podía reducir ese peso, y cargarlo en mis hombros hasta el momento de soltarlo y dejarlo ir. 

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Aún no tenía llaves de nuestra nueva casa, con lo que tuve que tocar al timbre. Se escucharon unos rápidos pasos, y también una rápida bajada de escaleras. Me abrieron la puerta, y yo entré, esta vez, en mi casa. 
+ Jacob: Buenos días. -Me robó un beso, y me siguió por la cocina del primer piso, arrastrando los pantalones- ¿Donde estabas?
- Giovanna: ¿No tienes frío Jake? 
+ Jacob: No. ¿Porqué lo dices? 
- Giovanna: Pues porque yo vengo de la panadería, y tengo un frío alucinante. 
+ Jacob: Se nota que no eres rusa.
- Giovanna: Ni me lo digas, que tampoco echo en falta el tiempo allí. 
Jacob se encontraba con el torso destapado, y yo, poniendo la mesa y preparando café. Al escuchar mis quejas por la temperatura, me abrazó. 
- Giovanna: Como es posible que tu estés tan calentito y yo tan fría. 
+ Jacob: Eso da igual, porqué no creo que tengas frío por mucho más tiempo. 
Empezó a quitarme los abrigos, los zapatos, la camiseta, me revolvía el pelo mientras me besaba, y me sentó en la encimera de la cocina. Nos besábamos muy fuerte, muy rápido, con ganas de más. Se escucharon unos vagos pasos en el piso superior, y luego otros, muchos más fuertes y pesados. De repente, Nathalie y su hermano se pusieron a gritar se en ruso, idioma que yo no manejaba demasiado, aún habiendo vivido allí. Siempre me manejé con inglés. 
- Giovanna: Jaco... ah. Ahí no. -Aparté su cabeza de mi cuello, e hice que me mirara a los ojos- Vamos a despertar a Elisabeth.
+ Jacob: Bueno, entonces subamos a nuestra habitación. 
Me sonrió pícaramente y nos besamos rápidamente antes de bajarme de la encimera, coger nuestras cosas y subir las escaleras lo más rápido y sigilosamente posible. En cuanto llegamos al tercer piso, dejamos caer las cosas, mientras yo, enlazada a él por mis piernas, hacía que el perdiera el control y tuviera más ganas de mí. Llegamos a la puerta de nuestra habitación y ni siquiera fuimos capaces de llegar a la cama, estábamos sedientos el uno del otro, nos queríamos, y nos queríamos ya.

Bajamos las escaleras riéndonos, y cogidos de la mano. Nos dirigimos a la cocina y nos encontramos a el resto de la familia desayunando.
+ Elisabeth: Buenos días chicos ¿Teneis hambre?
+ Jacob: Ya lo creo que sí.
+ Nathalie: Gracias por comprar todo esto en la panadería Gi, está muy rico.
- Giovanna: Me alegro que te guste
+ Viktor: Lo que yo sé que os gusta a los dos es el sexo matutino.
- Giovanna: ¡VIKTOR!
+ Viktor: ¿Qué? ¡Ni que fuera un secreto que os acostáis!
+ Elisabeth: No te аvergüenzas querida. 
- Giovanna: Dios mío, sí. Sí que me averguezo, ¡no quiero que tengas una mala impresión sobre mí!
+ Elisabeth: No tienes porqué preocuparte, ayer ya me llevé todas las impresiones posibles mientras bailabas, y creerme que nunca he tenido mejores impresiones que contigo. Además es algo natural, yo también lo hacía a tu edad. 
Supongo que mi cara fue todo un poema, ya que todos estallaron en carcajadas.
+ Jacob: Venga, chicos, ya, ya pasó -Dijo entre risas- Va. Para cambiar de tema ¿Porqué discutíais esta mañana? 
+ Nathalie: Ya sabes, cosas de hermanos.
- Giovanna: ¿Y teníais que solucionar esas cosas de hermanos a grito pelao' en ruso?
+ Viktor: Si no lo hacíamos, no íbamos a estrenar la casa jamás. Vosotros habéis estrenado la casa de una forma, yo de otra.
- Giovanna: Gracias. ¿Podrías hacer el favor de jamás volver a mencionar mi vida sexual? Te estaría muy agradecida. 
+ Viktor: Claro, todo sea por una hermana.
Volvimos a reírnos y seguimos desayunando.
Pasaron horas, comimos, salimos a pasear con Elisabeth, fuimos al muelle, y preguntamos por nuestro contenedor, volvimos a casa, hicimos un par de compras, y así todo el día, de arriba para abajo, haciendo cosas para la casa. Esa misma tarde nos llamó la empresa de transportes, y nos dijeron que nuestro contenedor llegaría esa misma semana. Todos nos alegramos de saber que nuestras cosas llegarian pronto.

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Tocamos a la puerta y se escucharon unos ladridos y arañazos en la puerta, y no mucho despúes, la voz de mi mejor amiga, riñendo al cachorro. Abrió la puerta y se quedó asombrada. Se quedó quita en el portal de su casa, y luego se puso a gritar.
+ Belén: ¡Ah! ¡Estás aquí! ¡Ah! ¡Como te he echado de menos! ¡Ven aquí y abrazame!
Me giré, dejé las cosas en el portal de la casa, y la abracé muy fuerte
- Giovanna: Dios, como te he echado de menos, en serio.
Podríamos haber seguido abrazadas durante varias horas si no llega a ser por la presencia de dos hombres y una cachorro que reclamaba el amor de su dueña
+ Belén: Pasad, pasad
- Giovana: Gracias
Le sonreí feliz, y pasamos. Era una casa bastante amplia, pensada para tener hijos, ya que tenía espacios diseñados especialmente para ello. Desde el salón se olía un bizcocho recién hecho o terminando de cocer. Intercambiamos miradas, y las dos nos levantamos, cada una cogió algo de lo que Jacob y yo habíamos traido y lo llevamos a la cocina. Entramos y automáticamente cerramos la puerta, creando una burbuja perfecta de la que dificilmente querríamos salir. Teníamos que ponernos al día de muchísimas cosas, y tal y como las dos sabíamos, pasaron horas mientras hablabamos y servíamos la comida, salimos dos veces para preguntarles a nuestras respectivas parejas un par de cosas, y ya que estábamos, les llevabámos algo de picar, ansiosas de volver a nuestra burbuja. Estaban los dos muy entretenidos jugando a la play. Dios. Teníamos entre 27 y 30 años, y aún seguían jugando a la play como adolescentes. Mientras tanto, nosotras nos fuimos a comprar los últimos ingredientes, y cocinamos el postre. Hablamos, le dimos los últimos retoques a todo, hablamos, le dimos el calentón final a la comida, hablamos, pusimos la mesa, nos sentamos, comimos y seguimos hablando.
Una vez todo comido y recogido, nosotras lavamos los platos, y nuestros acompañantes fueron a alquilar una película.
- Giovanna: Y dime... ¿Desde hace cuanto vivís juntos? ¿Como pasó? No sé... cuentame como has terminado con el amor de tu adolescencia.
+ Belén: Vivimos juntos desde hace ya un año largo. ¿Como pasó? Pasó muy rápido. Te fuiste, y me puse triste, porque nadie sabía exactamente porqué te marchaste tan repentinamente, el fue el que más me apoyó de todos, porque era el único que sabía como realmente me sentía, ya que se lo contaba todo. Tu ida nos unió mucho, tanto amistosamente como amorosamente, ya que los dos nos dimos cuenta de que por cierta cadena de hechos, puede pasar algo que gire totalmente el sentido de las cosas, con lo que simplemente, nos lanzamos, lo hicimos, empezamos a salir, una cosa llevó a la otra, y antes de que me diera cuenta ya conocía a toda su familia, el a la mía... Sí, viajamos a España, y ellos también han viajado aquí. Y bueno, nos fuimos a vivir juntos. Y creéme cuando te digo que a sido una de las mejores decisiones que he tomado a lo largo de mucho tiempo. No sé, sinceramente, no tengo ni idea, solo... pasó.
- Giovanna: ¡Me alegro muchísimo! -La abrazo- Vale, ahora es cuando yo voy y arruino el momento este tan bonito. ¿Estás... embarazada?
+ Belén: ¿Qué? ¡No!
- Giovanna: Aún
+ Belén: Exactamente, aún. Lo estamos buscando
- Giovanna: ¿Estás segura de que quieres hacer eso? ¿Tener un hijo? Es un gran paso, y veo que vas con todas las intenciones del mundo -Digo señalando todos los pequeños detalles que harían pensar a cualquier persona que en esta casa habita un niño pequeño-
+ Belén: Sí. Estoy totalmente segura. Lo quiero. Tengo casi 30 años, creo que es un paso que debo dar. Además, Zayn ya tiene 33, debemos hacerlo ya.
- Giovanna: Estoy de acuerdo contigo, y quiero que sepas que aunque haya estado fuera durante una temporada no significa que tenga menos confianza en ti, y espero que tu tengas la misma confianza depositada en mi que hace cuatro años.
+ Belén: Por eso no te preocupes, podrían haber pasado 20 y seguiría teniendo la misma fe y confianza en ti.
Nos abrazamos por última vez y seguimos hablando.
+ Belén: Ahora me toca a mi preguntar. ¿Que tal Jacob? Parece buen muchacho ¿Como os conocisteis? ¿Cuanto llevais saliendo?
- Giovanna: ¿Jacob? Muy bien supongo. Nos conocimos en la academ... companía. Un día salí tarde de un ensayo, e iba bastante distraída, ya que eran mis primeras semanas, y cuando llegé estaban preparando uns festival, con lo que debía aprenderlo todo. Como iba distraída, no me fijé en los cables que habían por el suelo, y tropecé con uno. Me caí al suelo, y escuché como alguien decía algo desde arriba. Me levanté, cogí mis cosas y me marché, al día siguiente volví a pasar por ese mismo lugar, pero ahora el estaba esperandome, yo no lo había visto nunca, pero era bastante guapo. Me tocó un hombro y me pidió perdón, me dijo que había sido su culpa, que el era el responsable de los cables con los que me había tropezado y que tendría que haberlos dejado bien, también me preguntó si estaba bien, y yo le sonreí como respuesta. Me invitó a una copa cuando terminara el ensayo, ya que los dos solíamos salir tarde, acepté, no sé muy bien porqué, pero no me arrepiento. Bueno, así nos conocimos. Solíamos quedar, y el me ayudaba con varias cosas de ballet, porqué el también tuvo una educación artística, pero se interesó más por los efectos de escena que por salir en ella. Iba a visitarle cada vez que tenía un rato libre, y comíamos en los pasillos colgantes que hay sobre los escenarios, viendo los ensayos de otros bailarines, e imaginándonos como habían llegado hasta aquí. Así pasabamos los días, hasta que al fin dimos el paso y empezamos a salir. Llevamos saliendo... tres años largos, y la mudanza aquí ha echo que nos vayamos a vivir juntos.
+ Belén: Me alegro mucho de que estés feliz con alguien, porque después de todo lo que pasó con Harry...
Me estremecí durante un minuto.
+ Belén: Lo siento.
- Giovanna: No pasa nada, solo es que... aunque parezca mentira, aún no lo he asimilado del todo, solo necesito estar bien
+ Belén: Te lo mereces.
- Giovanna: Gracias
Íbamos a volver a abrazarnos cuando el pomo de la puerta giró y Zayn y Jacob entraron por la puerta, con una bolsa cada uno. Nos saludaron, y siguieron hacia el salón, nosotras les seguimos. Dejaron las cosas sobre el sofá, y mientras Zayn hacía dos bolsas de palomitas, Belén y yo elegíamos película. Coincidimos. Película de ciencia ficción. Una vez hechas las palomitas, apagamos las luces, pusimos la película y nos sentamos a verla, cada una con su novio, acurrucadas en las esquinas del sofá.

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Que dos semanas tan ajetreadas iba a tener. La boda de Valeria, a la semana la boda de Belén, y dos meses después la mía.
Yo era dama de honor en las dos bodas, con lo que iba con los preparativos para arriba y para abajo, y también preocupada por los míos propios.
Valeria había hecho un gesto muy bonito quedándose una semana aquí para la boda de Belén, así podrían irse cada una a su luna de miel sin compromiso pendiente alguno. Las tres nos ayudábamos entre nosotras.
Un día las flores, los manteles y los adornos; al día siguiente, el menú, la tarta y la lista de invitados; y por último, la música y la disposición de las mesas. Tardamos lo nuestro en prepararlo todo, pero gracias al cielo, tuvimos bastante ayuda. Amigas de Valeria y Belén, viejos amigos míos como Ryan y Marina. Nathalie y Víktor. Danielle y Liam, Eleanor y Louis, Niall y Harry. Y por supuesto, mis amigas de la adolescencia Alejandra, Paloma y Lucía. Todos ayudaron, y gracias a ellos, para cada una de nosotras, fue el día más especial de nuestra vida.
Valeria quedó embarazada de gemelas, enterandonos nosotras, el día de su regreso de su luna de miel.
Belén no tardó mucho en confirmarme lo que yo sospechaba. Estaba embarazada. Quedó en estado un año después de su boda.
Valeria, Alexander y yo montamos un estudio privado de baile.
Belén se dedicó a criar a su hijo y a su perrita, dándole clases de español a Luke, Isabella y Olivia.
Por pésima suerte, dos años después de mi boda, tuvimos que asistir al funeral de Elisabeth.
De vez en cuando nos reuniamos todos para irnos de viaje un fin de semana largo, o simplemente, salíamos todos juntos como años antes lo habíamos hecho, dandole así la primera oportunidad para alguna adolescente que quisiera hacer sus primeros pinitos.
Los chicos sacaron tres discos más antes de establecer todos relaciones serias.
Todo había cambiado, quizá algunas cosas para bien y otras para mal, haciendonos aprender alguna lección importante, por que eso es lo que hace la vida, enseñarte como sobrevivir a ella a base de palos y malos ratos, pero luego te lo recompensa, con esos momentos únicos.

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El tiempo corría. Para algunos sanaba viejas heridas, para otros, abría nuevas, para gente pasaba demasiado rápido, o quizá demasiado despacio, como era mi caso. Y para el resto de la humanidad, el tiempo solo pasaba, y como tal solo esperaban que este corriera sobre ellos, llevándoselo todo por delante.
Yo, solo quería que el tiempo pasara lo más rápido posible. Pero las leyes de la físca no me permitian hacerlo correr más rápido de lo que ya iba. Para mi pasaba demasiado despacio, pero para la gente que estaba a mi alrededor era todo lo contrario. Yo solo quería que el dolor acabase, que salvaran a la pequeña vida que llevaba en mi interior, y que me dejaran irme, pero los paramedicos no me lo permitían.
+ Belén: Giovanna, por favor, quédate conmigo.
Alguien me tenía cogida de la mano, mientras uno de los paramédicos, me masajeaba el pecho, apretandome, y luego invadiendo mi boca con aire de sus pulmones, para que los míos imitaran su movimiento. Tenía los ojos abiertos, viendolo todo, pero no viendo nada a la vez, todo estaba borroso y desfigurado, y apenas tenía fuerza para pestañear, quería llegar a donde fuera que me estuvieran llevando, y poder saber que mi bebé estaría bien, entonces, si no había mas remedio, me dejaría llevar por la total oscuridad que ya estaba cerca de mí.
Con las pocas fuerzas que aún tenía, distinguí a dos personas. Tricia, la madre de Zayn, y Belén, su actual nuera.
+ Tricia: Si me escuchas, apretame la mano.
Hize todo lo posible por apretarsela, pero no sé si mi fuerza le llegó, ya que en ese momento, el vehículo paró, y todo fue demasiado borroso para mi vista.
Lo único que reconocí, fue movimiento, y el sonido de otra ambulancia, y con ello, dos paramédicos llenos de adrenalina, dos acompañantes, seguramente familiares, tristes, velando por la salud del desafortunado que estaba en la camilla. ¿Era mi caso igual? ¿Tenía a gente rodeada mirandome con esperanzas?
+ Paramédico: Mujer, 28 años. Accidente de tráfico. Cuando la encontramos estaba de parto, según los familiares lleva de parto dos horas.
+ Enfermera: Bien, necesita un quirófano ya, llevadla a la sala tres.
La camilla se movió, y mis dolores eran cada vez más grandes, pero yo cada vez tenía menos fuerza, con lo que solo podía emitir quejidos que seguramente nadie escuchara. Belén no me había soltado la mano, y corría a mi lado en la camilla, gritandole a Tricia que avisara al resto de la familia.
+ Belén: No me vas a dejar, aguanta, ya estamos aquí.
El paramédico la interrumpió bruscamente, no había tiempo.
+ Paramédico: Señora, o entra o se queda en la sala de espera.
+ Belén: ¿Tengo que firmar algo para entrar? ¡Venga, sigan! No le queda tiempo. Ahora mismo te alcanzo, no te preocupes voy a estar a tu lado -Me susurró-
Pude apretarle la mano, o por lo menos eso me pareció a mi, y farfullarle un 'Gracias' antes de que los paramédicos tiraran bruscamente para llevarme a quirófano.
Ruido, ruido por todas partes. Luces blancas, y gente mirandome y hablando rápidamente.
En cuanto Belén me volvió a coger la mano, esta vez con un guante de látex puesto, supe que todo iba a salir bien, entonces fue, en ese mismo instante, cuando me dejé llevar por la paz y la tranquilidad de la total oscuridad.

- Narra Belén-
Todo había pasado demasiado rápido. Nuestro encuentro hace poco más de un año, mi nueva familia, mi compromiso y luego la boda, el embarazo de Giovanna, mi mejor amiga, la visita a mi reciente familia a Bradford, y luego, oscuridad. Oscuridad durante varios minutos, antes que los gritos de dolor me devolvieran a la cruda realidad. Mareada como estaba, me acerqué al cuerpo de Tricia, bien, respiraba y no tenía ninguna herida grave. Seguí los gritos, y llegé hasta ella, tirada en el suelo, con la vista  en otro mundo que no era este, repitiendo siempre la misma palabra, Jackson, Jackson, Jackson. Así se iba a llamar mi pequeño sobrino, Jackson. La giré para que quedará de lado, para así mejorar su postura, pero lo único que hacía era acariciar su barriga de apenas 7 meses, y susurrar su nombre. Jackson.
Giovanna estaba a un paso de no conocer a su primogénito, pero gracias a dios, las sirenas de las ambulancias ya se escuchaban no muy lejos de nuestra posición, había gente a nuestro alrededor, ayudando a Tricia, y ayudandome a mí.
Giovanna seguía farfullando su nombre, cada vez con menos color en sus ojos, y con menos volumen en su voz.
Antes de que pudiera darme cuenta, la ambulancia llevaba puestas las sirenas, y nos dirigiamos a toda prisa al hospital más cercano. En cuanto los paramédicos me chequearon, me quedé a su lado, cogiéndola de la mano, y hablandole, tanto a ella como a mi sobrino. Tricia mantenía la calma, mientras a mí me caían lágrimas silenciosas de desesperación y nerviosismo.
Llegamos al hospital, las puertas se abrieron, la camilla, junto a los dos paramédicos salieron antes de que yo pudiera si quiera pestañear, cuanta práctica debía tener esta gente. Corrí para alcanzarlos, y volví a cogerle de la mano, mientras le gritaba a Tricia que informara a los demás de lo sucedido.
Tuve que separarme de ella para firmar los papeles de responsabilidad y ponerme el mono. ¿Firmar papeles? ¿Ahora? ¿En serio? Mi mejor amiga esta de parto, acabamos de tener un accidente y me tengo que parar a firmar papeles. No me lo creía.  Ya tendría tiempo para ponerme a replicar luego, debía estar con ella. Fui todo lo deprisa que pude, y llegé a quirófano, la cogí de la mano, y ella me sonrió levemente antes de que la calma inundara sus facciones.
Quizá pasaron horas, pero para mi fueron segundos.
Me dieron a Jackson en brazos, dos horas después de entrar a quirófano, era un niño precioso. Lo que más deseaba en el mundo, era que mi mejor amiga abriera los ojos y viera a su hijo.
Estaba en estado crítico, pero se salvaría. Según los médicos había sufrido un buen golpe en la cabeza, y gracias a dios, Jackson estaba perfectamente, menos mal que estaba de siete meses y no de tres, si no hubiera sufrido un aborto.
La operación no tuvo ningún inconveniente grave que los médicos no puedieran solucionar, pero no me permitieron quedarme allí toda la operación, una vez me entregaron al niño, me permitieron media hora más, y luego me echaron, debía dar todos los datos del niño. No quería hacerlo, pero era algo que debía hacer.
Salí, y fui directamente donde me habían indicado.
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Pasaron horas hasta que el médico vino a informarnos sobre la situación en la que se encontraba Giovanna, estaba bien. Nos dijo que debía tener reposo y que en un par de horas se despertaría.
A todo esto, el resto habían llegado, Zayn y Jacob los primeros, junto a Valeria y Alexander.
Zayn había insistido en pagar la estancia en el hospital, ya que el dinero no era una cosa que nos faltara exactamente.
- Belén: ¿Donde está Luke?
+ Zayn: Está con mis hermanas, no te preocupes.
- Belén: No me preocupo. Cuando se despierte tendré que ir a casa a por ropa y varias cosas para pasar aquí la noche o el tiempo que haga falta.
El tiempo seguía pasando, y Giovanna cada vez se movía más entre las sábanas. Cuando despertó, estábamos todos sentados, yo al lado de Jacob, diciendole como tener al niño en brazos y como calmarlo cada vez que lloraba
- Belén: No te preocupes, no es que no le gustes, pero quiere estar con su madre.
Se sentó en la cama y movió todas las extremidades, comprobándolas, y cuando la vista se le fijó unas lágrimas se le formaron y rodaron sobre sus mejillas al ver a su hijo.
Me levanté, y Jacob a mi vez, los dos nos acercamos a la cama. Jacob le besó la frente, tanto a Jackson como a Giovanna, y luego le entregó a su bebé.

-Narra Giovanna-
Sueños lúcidos, tan lúcidos que parecian reales, colores vívidos, movimientos rápidos, voces hablando sobre mí, sobre mi estado actual, decían que me iba a recuperar en unas cuantas semanas, pero yo a lo único a lo que le prestaba atención, con la poca conciencia que me quedaba, era escuchar algo sobre mi hijo.
El próximo sueño que tuve, fueron todas sensaciones, de calor y dolor, pero a la vez paz y alegría, escuchaba voces, susurrantes y a lo lejos, hablando como si la vida pudiera comentarse. Estaba incómoda, y me dolía la cabeza, al igual que el resto del cuerpo. Cada segundo que pasaba, mi sueño era más vívido, habían más colores, más luminosidad y más voces, ruido de fondo y mis latidos cada vez eran más reales. Me dolía la pierna izquierda, y no me di cuenta de que era un dolor real, hasta el momento en el que me moví, las voces callaron, y sentí una lluvia de miradas sobre mí. Empecé a revolverme en lo que se supone que es una cama, descripción poco fiable. Fruncí el ceño y cerré los ojos debido a la luminosidad y el dolor. Cuando comprové que todo mi cuerpo tenía movilidad, me atreví a abrir los ojos.
Allí estaban. Mis mejores amigas y sus respectivos maridos, viejos amigos y nuevos, mi marido, y en brazos de este, mi hijo. Mi niño de apenas 7 meses y medio de gestación.
Automáticamente los ojos se me llenaron de agua, y un par de lágrimas cayeron a la par. Belén y Jacob se acercaron a mí. Belén me cogió una mano y me sonrió dulcemente, cosa que Valeria no tardó mucho en imitar, pero antes de que alguien pudiera levantarse, mi prometido había depositado un beso en mi frente y un bebé en mis brazos. Jackson.
Mi hijo, mi bebé, no sabía que hacer o como reaccionar. Solo lo miraba, y sabía que nunca me cansaría de ello.



- Giovanna: ¡Jackson! ¡Jackson! ¿Dónde estás?
Se escuchaban unas risitas detrás de las cortinas, y unos murmuros que solo podían pertenecer a su tío. Me iba acercando a lugares lejos de donde ellos estuvieran, así era más entretenido, además, me encantaba escuchar su risa traviesa
- Giovanna: ¿Dónde estará Jack? ¿A ver... en el sofá? ¡Ah! ¡No está! - Me acerqué a las cortinas e hice como si mirara y no veía nada- ¡Pues creo que ya sé donde está! ¡Está escondido en el jardín! - Abrí la puerta y salí al jardín, esperé un par de minutos y volví a entrar, rechistando de broma- Tampoco estaba en el jardín, jope, ¡que bien se esconde Jack!
Se escucharon más risitas, esta vez también la de Luke y las de Isabella y Olivia.
Me senté sonoramente en el sofá y resoplé.
+Alexander: ¡Ya está la tarta!
- Giovanna: ¡Alex! ¡Tenemos un problema! ¡No sé donde están los niños, se han escondido muy bien!
+ Alexander: Pues se quedarán sin tarta... Pobres, porque tiene una pinta buenísima.
- Giovanna: Pues sí...
Me levanté, y fui andando lenta y sonoramente hasta el jardín, donde de repente cuatro niños se me tiraron encima, y se sujetaron a mis piernas. Salí al jardín con dificultad ya que tenía a los cuatro cogidos a mis piernas.
- Giovanna: ¡Los he encontrado!
Todos ellos reían, mientras Thor, nuestro cachorro de Labrador Retriever blanco, ladraba a los niños por tanta risa y movimiento. Me senté en el suelo, y empezé a hacerle cosquillas a todos. No podían parar de reír. Thor se tiró encima mía, y empezó a morderme, llamando mi atención para que jugara con el. Lo cogí y empecé a acariciarlo, a marearlo e incluso le tiré su pelota, y fue corriendo a buscarla, me levanté como pude, y les dije a los niños que jugaran con Thor. Los distrajimos lo suficiente, como para hacer que todos los niños, amigos de nuestros hijos pasaran al jardín, y con ello también algunos padres y nuestros amigos. Cuando los cuatro niños llegaron, se pusieron muy felices de ver a sus amigos en su fiesta de cumpleaños. Servimos la comida sobre las seis grandes mesas que habíamos alquilado, y todos empezamos a comer. Vino el encargado de la colchoneta, y conectamos el motor para que esta empezara a hincharse, en cuanto terminó de hincharse y los niños dejaron de comer, se abalanzaron sobre ella, y quien no iba hacia allí, iba hacia los columpios. Mantuvimos a cada niño, y a cada padre entretenido. Yo, sacaba fotos y Valeria le pintaba la cara a los niños que quisieran, Belén hablaba con otras madres interesadas en clases particulares de español. Zayn pinchaba música, Jacob y Liam sacaban las tartas de cumpleaños y el resto mantenían a los invitados distraídos.
Limpiamos las mesas más grandes que había y las juntamos. Habían tres tartas diferentes, cada una del sabor favorito que cada uno de nuestros hijos.
La de Isabella y Olivia, de fresa, con ocho velas que soplar. La de Luke, de chocolate, con una gran vela de el número 7 en el medio, y por último la de Jackson, de chocolate y vainilla, con un gran número seis para soplar.
Era el sexto cumpleaños de mi hijo. Hacía ocho años que estaba casada, doce desde que me convenrtí en bailarina profesional, veinte desde que me había mudado a Inglaterra, y treinta y cuatro años desde que mi historia había comenzado.